viernes, 17 de junio de 2016

Mamá pesada



Siempre que imaginaba qué pasaría cuando tuviese a Ézaro en brazos, nos veía a los tres, solos en la habitación del hospital y adaptándonos a la nueva adquisición familiar. Me encantaba esa sensación. Leí un montón de artículos en los que recomiendan que no se visiten a los recién papás en los primeros días, incluso en las primeras semanas y que si, por los motivos que fuesen habían visitas, éstas fuesen cortas, silenciosas e intentasen no tocar al bebé. Creo firmemente que eso debe ser así, creo que cuando un nuevo miembro llega a la familia necesita adaptarse y para ello es necesario tiempo.

Yo tuve un parto genial, la verdad que no me sentía cansada en absoluto, así que un par de visitas cortas en ese momento a mí no me importaban, aunque creo que no es lo ideal para los bebés. Creía que al estar lejos de mi familia estaría a solas con mi marido y mi bebé al menos unos minutos pero no fue así. Sinceramente me vino bien esa primera visita, fue rápida y estaba bastante espabilada como para charlar y sonreír. Sin duda las visitas rápidas se agradecen muchísimo, aunque me temo que por norma general, este tema no suele ser así. Sé de gente que se ha pasado toda una mañana o una tarde entera en una habitación por "hacer compañía" mirando el móvil o leyendo el periódico, revistas e incluso haciendo crucigramas.

Por favor, posibles familiares lectores, en ese momento lo mismo no sois necesarios allí, tal vez os necesiten cuando lleven una semana en casa para estar con el bebé mientras la mamá se ducha o mientras papá le cura la cicatriz de cesárea a mamá. Dejad que los primeros días descansen, se adapten, se observen o que simplemente estén ahí, acariciándose sin decir nada.

Uno de los mayores riesgos del trasiego de personas, ya sean familiares o profesionales, son las posibles infecciones que pueden transmitir a esa pequeñita criatura indefensa que acaba de salir del útero protector de su mamá. Lavarse las manos es esencial SIEMPRE, pero más aún antes de tocar al bebé.

Yo notaba que a mi hijo algo le pasaba, la "leche de bote" no le sentaba bien. No podía quitarme de la cabeza los beneficios de la leche materna y la cantidad de reacciones adversas que puede provocar  la leche de fórmula, si por ende, añadimos la inmadurez del sistema digestivo del bebé para tal cantidad de ingredientes químicos, ¡Tachán! al bebé la leche no le sienta bien. Ya os he contado lo duros que fueron los primeros días intentando la lactancia, imaginaros como estaba cada vez que iba al pediatra y me decía que simplemente el niño era nervioso y de poco dormir.

El pediatra que le tocaba a Ézaro en el centro de salud se jubiló y gracias a este magnífico sistema sanitario que tenemos no lo han sustituido, simplemente cada día iba un "pediatra" diferente. Pues bien, cada semana que iba a la consulta había uno nuevo, así que vuelve a contar los síntomas del bebé, para que solamente vuelvan a cambiarte la leche. Primero me dijeron que le diese la más barata, la de supermercado, ya que lleva menos componentes y provoca menos reacciones adversas. Luego me dijeron que estaba loca por hacer eso, que le diese una un poco mejor. Tampoco fue bien. A los 15 días dijeron que igual era intolerante a la proteína de vaca, que probase con una hidrolizada. Eso no hay quien se lo beba, cada sorbo lloraba, cada vez que regurgitaba olía fatal y lloraba aún más.

Vuelta al centro de salud a contar la "historieta". Ahora cambiamos a Almirón 1, ya que, según el pediatra de ese día, es la mejor marca y que menos reacciones hace. Tampoco funcionaba. Ahora Almirón digest, que este niño tiene gases, dadle también Aero Red, 20 gotas en el bibe de la noche. NADA.

Durante todo el tiempo pedíamos que explorasen mejor al bebé, que algo tenía, no podía ser que con todas las leches, entre cada toma fuese vomitando poco a poco el biberón. Luego vino la "Pediatra iluminada" que dijo que debíamos darle al bebé 120 ml. cada dos horas pero con un cacito menos de leche de lo que corresponde, así se sentiría "saciado" y dormiría un poco más.

Obviamente tampoco fue solución. Cambiamos de leche de nuevo, le dábamos la cantidad que correspondía a la hora pertinente pero no había mejora y así dos veces más. La siguiente pediatra dijo que el Aero Red le estaba perjudicando, hacía el efecto contrario y le provocaba más gases, que se lo quitásemos y la de después que intentásemos alargar las tomas ya que tal vez hacía las digestiones más lentas.

Cansados de todo y aprovechando que nos fuimos a Almería, les pregunté a mis compis de yoga si conocían a algún pediatra bueno por allí, estaba desesperada y ya no sabía qué hacer.

Gracias a ellas encontré al maravilloso pediatra Juan Manuel González Pérez, en El Ejido. Ese hombre es increíble. Cuando le conté todo, pese a ser una persona muy tranquila se puso las manos en la cabeza. Me preguntó qué tal las cacas del nene y le dije que, como les repetía una y otra vez a los supuestos "pediatras" del sistema sanitario, olían muy mal y eran de color verde militar desde que nació. Dos horas estuvimos en la consulta. Me hizo darle un biberón, para ver como se lo tomaba y le provocó la caca para con una muestra hacerle un test in situ. Un test que, como los de embarazo, en dos minutos tenías el resultado.

Resultado de imagen de campylobacter jejuniDicho test reflejaba que Ézaro tenía una bacteria llamada Campylobacter en el intestino, bacteria que puede ser mortal en bebés recién nacidos, bacteria que algún iluminado/a que no se lava bien las manos después de cocinar, de comer o de ir al WC, le transmitió a mi bebé y que podía haber muerto por tal irresponsabilidad al no hacer un simple acto rutinario llamado "LAVARSE LAS MANOS". A causa de la bacteria, el tracto digestivo de Ézaro estaba destrozado, además de haber afectado también al estómago ocasionándole un reflujo severo con esofagitis, es decir, tenía el esófago muy irritado debido a que los ácidos del estómago subían a través de él durante todo el día, con o sin leche en su interior, provocando muchas molestias e incluso dolor.
Después de CUATRO meses yendo cada semana al pediatra, insistiendo en que el bebé estaba inquieto por algo y tratándome ellos como una loca, me repetían que simplemente tenía un hijo muy nervioso y  debía ser estrticta con él, imponerle rutinas fijas, ya que me estaba tomando el pelo y tan sólo quería mi atención. Después de todo eso, mi hijo lo que tenía era dolor, pero como no lloraba nos ignoraron.

Gracias a el Dr. Juan Manuel supimos a qué nos enfrentábamos y un mes después no podéis imaginar el gran cambio por el que hemos pasado. Ézaro ya no regurgita entre tomas, duerme más de 8 horas seguidas de noche y unas dos horas de siesta, a no ser que estemos en la calle, donde dormiría todo el día.Además lo llamo cada semana para decirle cómo va por si hubiese que hacerle cambios a ajustes a petición del mismo Dr.! Eso no lo hacen todos, desde luego.

De ahí mi reflexión inicial en cuanto a las visitas en los primeros días de vida del bebé, aunque bien es posible que el transmisor fuese un profesional de la salud durante la estancia hospitalaria, cuanta menos gente toque al recién nacido MEJOR.  Por favor, ya no por y para lo anterior, sino para el día a día, ruego SE LAVEN LAS MANOS siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario